lunes, 5 de noviembre de 2018

Del poemario sin editar TRIUNFO DE LA MUERTE


I


Mis pies trágicos frutos
falanges quietas torcidas yemas,
carbones vivos

Mis pies en lo oscuro
Son ruedas que avanzan
aquietan esperanza

8.01.04



II


Bambolean llaves

moscas imaginarias

espantan,
suman partes
repetidos instantes

El vehículo
grosor de cascajos en el paso
edificios
sopor de habitáculos estrujados

 La espera
Calla a la noche en el óxido
esfera lineal monocorde
consecuencia y claxon

Entre cuencas
deslizan ganchos
en bolsillos
al viento su parte

fosforesce
aterido pasto, sílaba,
 esfera de hierro quieta
ante el hervor, pasmo

Todo ahínco reiterativo
la consecutiva ocasión
otra vez, otra vez
señales de triunfo
para poder almorzar

Tal vez no me adapto
horizonte de cuerdas
el fervor se apaga,
el animal se apila

Entre restos de azoteas
 sabrás quien es dios
por el barro impregnado
en tus zapatos

                                                                                              Lima 2.01.10



III




Hay una sombra o dos o tres
de cuántas no importa
una sombra
Incluso más allá del cuerpo
que la provoca

Una sombra que persiga
todo indicio de no verla
se agolpe y no duerma

Una sombra o dos o tres
desmenuzándose en pelusas

La muerte no me acompaña
Esta noche
sino yo a ella 




IV


Abrazado a una maleta
mi cuerpo llevado por la marea

Empujado a una cueva
la playa que he dejado
indica que todo ha terminado

Me desaflojo la corbata
a esperar que venga la muerte,
la espuma cubierta de astillas
en vaivén menguado

Lo que hay allí dentro
es todo mi equipaje
el rumor de las aguas que hierven
al interior de su caja musical

Puede ser que esta noche,
sobre una alfombra de caracolillos,
despierte de súbito, quietas manecillas
 de cuajo somnolientas

Como en un naipe
ostenido del as por el frío
el recuerdo acompasa la espera
 los párpados  son telones
y la tragedia que está
recién por empezar

Entre los pliegues del oleaje
aparece una vida, de tantas, la mía
En una larga hilera de tumbas
que flotan en el mar calmo

Ponerme de pie es ya inútil
domar el laberinto sin espada, vano

El laberinto es lo indomable
que se nos ha presentado,
destino de tormentas
que una sola vez
la cremallera ha lacrado

Para explicarlo haría falta
un tiempo que sea nuestro
Un dolor invertebrado
que se apodere del tiempo

Un pretexto perfecto
Para el aullido del tránsito
indiviso, uniforme
que posea estatura
en todos sus elementos

Se nos acaba el sueño
allá en los peñascos,
clavado a la mala
por martillo descabellado
deforme, trágico, enloquecido


De todo aquello
que brote en la cueva
la sombra de tu talle
espuma es,
reflejando la luna

¿Aun esto será posible?
una luz reflejo calcáreo
y poder soltar la maleta
y mirar que se  pierde
en ese laberinto

                                                                                              25.11.05