Migliaro deformado en una imagen de hielo
Constantemente picado es Migliaro
En el papel de otro enterrado o atendiendo una migración
Cuando vuelve a nuestros campos
Y su llegada veinte años después prende velas
Y anuncia otro recorrido
Nuevas Batallas (2013)
No pretendo una
crítica concienzuda acerca de la poesía de Willy Gómez Migliaro, reconozco que bien valdría realizarla, si consideramos que los referentes que toca y la forma como su escritura ha ido dejando pieles, afinando su construcción, y el valor referencial que ha ido tomando su trabajo. Intentaré
precisar algunas ideas que surgen más al calor de la fascinación, y la
expectativa que despierta en mí su poesía, en ese entusiasmo de seguro que no
podré cerrar coherentemente mis planteamientos, ello vale, pues no lo pretendo
en realidad.
Cuando llega a su fin,
a su cerco y límite, la idea con respecto a donde se dirige la construcción de
la palabra empieza a habitar otro campo, otra vida, otra plataforma y empieza
el poema a ser más allá de la palabra misma, rompe su cáscara y se dirige hacia
el espacio vacío que circunda el sentido manifestándose lo sustancial del encuentro poético. El sentido, vista desde las orillas de la realidad, adquiere otra connotación en el arte (remitiéndome claro está a la forma), a eso nos impulsa la poesía a
una superación de la idea misma según fue concebida por Platón. Porque es muy
probable que el sentido de la información, su dirección y su peso en el presente, le revele al
poeta ese dejarse llevar tan ligado al fluir de un ánimo. Animus Anima en permanente devenir.
Eses es, según mi concepción de receptor, el recorrido de
la obra de Willy Gómez Migliaro, su trasuntar poético, aquello que lleva a que
la estrofa poética se vuelva más vigorosa y predispuesta al rompimiento,
notorio ya en Nuevas Batallas (2013):
Zurcir
forma y se bifurca la luz del sol cuando
Limpias heridas en los patios de geranios
Tiento en las fachadas recién pintadas. Parece
la esperanza.
Prueba de incisiones ¿De qué se trata?
Porque ya en La Breve Eternidad
de Raymundo Novak (2005) lo había prefigurado:
La voz de las palabras ya no significa nada
Si digo muralla se levanta una cultura orgiástica
que atenta
Contra la economía del planeta
Y mientras dura su fiesta algo de belleza
De innegables juramentos calcinan el pasto de
la sabiduría
Pero aun estos poemarios
retenían la referencia a un sentido en la forma. En ellos los telones de
fondo: Arguedas y sus ríos profundos, la mujer Tello de Apurímac, el cuerpo del
ser de Lima, el Descentralizado de fútbol o una cancha de tenis, sus
accesorios, los provincianos de una cordillera de los andes muertas, mantienen
su presencia totémica.
Ya en Construcción
Civil (2013) aquellos referentes delimitados por sus fronteras geográficas pasan
a ser parte de un sentido que avizora lo liminal, es decir, no habitan ese
espacio al que debe remitirse el sentido de la construcción poética, aún están,
pero en tránsito de desaparecer. Nos dice en Construcción Civil:
Movimientos desde la orilla del río
Estas a salvo al fin sin música extendiendo
magia
Flor orquídeas de insidia al callar pedazos de
país ahora
Cualquiera es escombro clavo reclinación
Al empezar rezos para un entierro
Después de los informes
Habrá tiempo y diré como encontré tu cuerpo…
Considero a este poema
(página 24) de una belleza y de profunda carga social sin ya remitirse a los
lugares comunes, sin los tópicos de referencialidad.
Entonces llega Lírico Puro (2017) y la
consecuencia de lo previsto en su camino a romper el canon de una estructura
que sus anteriores trabajos habían fijado. Lírico Puro establece una coordenada
anti jerárquica y donde las cosas como cosas por si mismas encuentran una profundísima
razón de ser en lo táctil puro, en la mirada a quien hace, a esa suerte de
revalorizar aquello que por el mismo hecho del uso de las cosas en una sociedad
de mercado donde aquello se ha perdido, donde la banalidad y el hastío, el
desperdicio y el no saber que hacer con los envases de plástico exceden la
noción misma de cachivaches o adefesios, adjetivos que incluso podrían definir
a los objetos más humanos. Una sociedad que reconoce su desilusión y patetismo
melancólico en lo vintage sin escapar
un milímetro de su coerción de mercado.
Abriré en este momento
el libro para entresacar frases al azar, de una manera lúdica a la que el poeta
me invita y me entusiasma: marcos sólidos de ventanas, bisagras, cepillos, ganchos de ropa,
percheros, escaleras, pañuelos, cartones, enchufes, tornillos, lámparas,
harinas, bicicletas, chapas de puertas. Esas cosas brillan, adquieren un
movimiento en una constelación que puede suponer no está lejos a los lugares
referenciales que Migliaro no menciona ya y que llevan a cuesta ese peso
demoledor que relaciona la memoria del Perú a nuestra reiterada y homogénea (cuando
no, poco imaginativa) visión de nuestra historia y su geografía.
Esta suerte de danza
en el cosmos, de los objetos y su aparente condición de enseres en una
constelación de indicaciones manuales, resulta una llamada del poeta a mirar con otros ojos,
con ese ánimo de niños que nos refresca pero que en el fondo es una vía para
penetrar en la materialidad de los objetos y su relación humana con la vida
misma.
Las mangueras en el jardín de geranios
Y un instante de mirada animal o
Amontonar jardines sujetos oscilan
Agua que se bifurca en el aire algo aparece
Levantar maceteros alrededor
Mover baldes y reconocer intimidades
Nos tocará filo de lampa y entierro
A la esperanza del riego un flujo de lo que es
Serpiente y árbol de moras
Brota el líquido espeso transforma el fin
Al diseñar bosque de un producto elaborado
dejar
La sierra cuando pierdes el alicate
Cada metro ante el deseo de transferir chapas
Por un poco de agua registras incumplimientos
Pero el plástico envuelve hasta que sus
elementos se revelan
Algo estalló una tarde en el jardín de barrios
limpios
Piensa que acto de serpiente deshecha
Borde oceánico en los adornos un gran riesgo
Guarda su media clase su propia derecha
Nada similar a nuestros trapos de mendigo
O tempestad del detalle aquí arriesgan con el
ganado vertical
Encuentro allí una
estrategia que relaciono con la Comunnitas
puesto que se trata de una posición anti estructura donde la construcción
poética rebasa la estratificación que antes había asumido. El poeta nos propone
en su nuevo territorio poético esta idea y Platón queda con ello satisfecho.
Para terminar solo
añadir que esta noción y comprensión de la obra de Willy Gómez adquirió mayor
certidumbre cuando leí su poema El Frontón (2018) Lo ya dicho con relación a
los tópicos y su peso no permiten la claridad que había encontrado en Lírico
Puro, pero en su relación con el mar y su descripción de sus componentes
minerales se permite entrever lo que forzadamente nos remite el hecho y
la remembranza social y política del poema.
La lectura de la poesía de Willy
abre expectativas interiores que uno jamás puede dejar de relacionar con su
propio trabajo, planteándonos otro enfoque y manteniendo viva la llama creativa. Aire fresco zurciendo sus formas.
Lima, marzo de 2019.